Mirada renovada

lunes, 18 de marzo de 2013

Cuerpo y Psicoterapia



Este artículo pretende aportar desde la experiencia de una sesión del enfoque Hakomi, las enormes posibilidades que ofrece la utilización del cuerpo durante el proceso psicoterapéutico.

Para quien pueda tener conocimiento de la interacción de la mente con el cuerpo, éste nos puede mostrar y proporcionar acceso a estructuras inconscientes que tienen profundos efectos sobre como percibimos la realidad distorsionada y como condicionan nuestro comportamiento.

Durante la sesión, la mujer que realiza el proceso, toma conciencia a través de su mano izquierda del condicionamiento de género que ha recibido y que de manera inconsciente habita en su cuerpo, manifestándose como una clara división entre su lado derecho e izquierdo, modelos del padre y de la madre interiorizados que  de manera sutil rigen su existencia.

Es importante clarificar que el significado de la vivencia corporal que se dé en una sesión no es extrapolable a otra experiencia semejante. Cualquiera que experimente una clara división entre su lado izquierdo y derecho, no necesariamente querrá decir que ésta es la expresión del conflicto entre sus figuras parentales interiorizadas, sino que el significado correspondiente tendrá que llegar a través de la experiencia durante el proceso.

Mi agradecimiento a Ane (pseudónimo que he utilizado para garantizar su intimidad) por compartir con nosotros esta experiencia, en la que su expresión  escrita es profunda,  sutil y está bellamente expresada.



A MI PARTE IZQUIERDA, A MI MANO

¡Fíjate que imprudencia! Te he olvidado. No te siento. El día a día, las prisas, el “tengo que”, los proyectos, el liderazgo, la inercia apresurada que nos arrastra… van apagando tu presencia en mí. Con tu ausencia que es igual a una “no presencia”, el descontento llega a mí. No me siento bien, hay algo en lo más profundo que se expresa y se manifiesta como esa niebla que oculta el brillo de mi ser.

Hoy te he prestado atención, mano izquierda y me has traído muchos mensajes. Me has despertado ese sentimiento de inferioridad y de no ser adecuada que como mujer he sentido toda mi vida y aún hoy lo siento. En lo más profundo de mi código de existencia me ha quedado grabado que ser mujer es ser menos, es tener que pedir permiso, es estar para ayudar, es vivir para dar, es que lo importante son los demás, es ser madre entregada, es que no hay que molestar, es renunciar a ti, es que hay que estar siempre presente y callando.

Hoy contigo, mano izquierda, he sentido que era mi madre con toda su crudeza. Eso que nunca he querido ser es lo que realmente soy. Socialmente y de cara al exterior he superado con creces la trayectoria de mi madre, pero en el fondo, me siento como ella, actúo como ella, soy ella con sus limitaciones, ella está en mí.

Hoy me he dado cuenta que estas dos semanas me ha tocado afrontar trabajos, reuniones, tareas de todo tipo que he resuelto con exquisita eficiencia. “Ane es una tía súper válida”. Esta es mi parte masculina, la que he utilizado y desarrollado en mi vida desde niña para llegar a ser lo que soy hoy y sobrevivir en este escenario de resultados y afectos condicionados. Cuando mi parte masculina está activa y recogiendo frutos mi parte femenina no existe; está ahí callada y sumisa tratando de no interferir y siempre dispuesta a ayudar a esa parte derecha dominante. A veces se le permite aportar humanidad, cariño, sonrisas y “buen rollo” a ese hacer tan serio de la derecha.

Cuando le he prestado mi atención se ha sentido incómoda y cohibida. Le resulta más cómodo permanecer en ese estado conocido de “segundona”, en el anonimato. El protagonismo le concede presencia y con ella se ve obligada a sincerarse; ha de ser como quiere ser, ha de decir lo que siente, ha de elegir, ha de ser clara y trasparente. HA DE SER.

No sabe ser porque ha vivido de modo limitado, le da miedo todo, no sabe lo que quiere, teme que sus pretensiones sean una locura, teme que le traten de ingenua, no se atreve a separarse, se siente dependiente, le asusta lo desconocido, teme que una nueva vida vaya a llevarle por caminos desconocidos a tomar decisiones impactantes, teme poner su vida “patas arriba”, es un mar de emociones, sensaciones y pensamientos confusos.

Se ha atrevido a abrirse, se ha abierto pero está rígida con mucha tensión. No sabe cómo actuar y está paralizada. La confianza poco a poco le da ánimos para abrirse más, moverse, explorar y girar; empieza a  sentirse bien, ya siente que es alguien. Percibe cómo la parte derecha le mira desafiante, trata de cohibirle sin articular palabra (de esa manera sutil que siempre acostumbra a hacerlo). Le incomoda esa actitud pero puede mantener la calma, se despierta su dignidad.

Hoy la luna es media luna porque está de media creciente, es el reflejo de cómo me vivo hoy; no soy luna completa pero hay una parte que inevitablemente camina hacia el crecer  en esa existencia que dictamina el ser completo; también es inevitable traspasar los límites de esa mitad derecha, para permitir que  la luz presente en ella vaya difuminándose pausadamente en la parte izquierda, que es quien en definitiva, va a configurar la totalidad del ser.





5 comentarios:

  1. Precioso y sugerente. Me hace sentir que la sabiduría es algo bien vivo, ahí con ganas de salir al mundo, gracias por ayudarla a surgir y compartirla.

    ResponderEliminar
  2. He vuelto a leer lo que un día expresé en este escrito que en tu blog queda aún más bonito.
    Me gusta y comprendo el sentido de todo lo vivido…todo ese camino que experimentado como difícil, condicionante e insoportable, a veces, me ha “hecho lo que hoy soy”.
    Ahora desde este lugar observo y me nace una sonrisa de satisfacción con buen condimento de agradecimiento hacia la vida, que me está ofreciendo este regalo de crecer desde las consciencia.

    ResponderEliminar
  3. Gracias Ane por seguir compartiendo tu inspirador caminar. Aitor

    ResponderEliminar
  4. me parece muy útil para poder recuperarte de cualquier trauma vivido

    ResponderEliminar

Gracias por mostrar tu opinión